La primera visita en Vall d'Hebron, con la doctora Arévalo, fué más o formalismo que otra cosa, fué la manera de que entraramos en la rueda de visitas con especialista, no con ella que su especialidad es medicina fetal y Leire no la necesitaba, si no que ella misma nos derivó a la Dra. Llurba, especialista y eminencia en retraso del crecimiento y preeclampsia.
La primera vista con ella desembocó en un ingreso, por tensión alta, por temor a que a mí me pudiera pasar algo, en ese entonces, 19 de septiembre, estaba yo de 26 semanas, y el riesgo de preeclampsia era alto, me hicieron analítica y volver por la tarde para ingresar en la planta 10, maternidad y ARO (alto riesto obstétrico) y allí estube casi una semana completa, con el susto en el cuerpo por no saber qué pasaba, a mi no me dijeron que temían por mi vida por la tensión que tenía estando en consulta, una semana de reposo, de dejarme cuidar, de muchas horas libres para leer, para pensar y para no hacer nada.
No llevaba ni vía, por lo que no tomaba ningún tipo de medicación, sólo estaba en observación. la tensión se normalizó casi desde el mismo momento del ingreso, me hacían monitores todos los días, y la niña estaba estupenda, la dra me visitó una vez más durante el ingreso, y la dra que teniamos en planta pasaba cada día.
Mi miedo era, y la intención de la Dra si la situación no se normalizaba, que me tuvieran que sacar a la nena antes de la semana 28....
Y así pasé 6 días... Me dieron el alta un lunes, con visita programada para la siguiente semana con Dr. Mendoza, del mismo equipo de la Dra. Llurba, y con heparina para pincharme en casa, ácido fólico y poco más.
A la siguiente visita todo estaba bien y repetimos con la Dra el dia 10 de octubre, ese día ella decidió volver a ingresarme, Leire venía con un retraso severo del crecimiento y las arterias y el ductus estaban empezando a no funcionar del todo bien, mi placenta estaba hecha un cristo (desprendida en un 50% por culpa del hematoma retrocorial, y con coágulos que no permetían la correcta circulación de sangre), la amenaza de preeclampsia por tener la tensión algo más alta que las semanas anteriores.
Así que de nuevo vuelta al ruedo, otra vez a ver pasar los días desde la ventana del hospital, dónde todos los días son iguales y todos suman.
El primer susto nos vino el primer sábado ingresados, el corazón de Leire empezaba a dar muestras cómo de fatiga, hacía bradicardias y me bajaron a urgencias para hacerme un monitor largo, en planta son de media hora, en urgencias me tuvierons 9 horas! Pero bueno, no me quejé, al final, a las 8 de la mañana me devolvieron a mi habitación, pasamos una noche mala, bueno regular, yo aún, pero Jose, el flamante papá, lo pasó peor durmiendo en una silla, pero bueno, más tranquilos, todos a dormir.
Seguimos ingresadas, con visitas cada 48 horas con la doctora, mamá y niña bien, y sumando días.
Y así llegamos a la semana 31, dónde Leire decidió que ya estaba bien, que ella quería ver mundo, que ya estaba cansada de aguantar dentro, y el martes 25 de octubre, a las 12 del mediodía me bajaron a partos, y allí estuvimos en una sala esperando a que me hicieran la cesárea, una tarde muy larga... porque hasta las 21:00 no nos vinieron a buscar. Desde que Jose se empezó a vestir de lila hasta que me sacaron de quirófano, se me pasó volando, en otro post contaré el momento del parto, pero visto ahora desde la distancia, fué un momento y, a pesar de todo, muy bonito y emocionante.
A las 21:34 nacía Leire, el bebé más bonito del mundo, con 31 semanas de gestación, 1,030kg y 35cm; respirando ella solita y llorando...
Después de ese momento se te olvida la angustia y las lágrimas y las súplicas porque aguantara un poquito más, que no naciera tan pronto, pero agradecida a todo porque había nacido bien, estaba sana y ahora ya no tendríamos que sufrir más por una placenta que no funcionaba ni por un ductus que fallaba.